Querido Clint Eastwood, ¿por qué ’15:17 tren a París’ lleva tu nombre?

Clint Eastwood junto a dos de los protagonistas y héroes reales de '15:17 Tren a París'
Clint Eastwood junto a dos de los protagonistas y héroes reales de ’15:17 Tren a París’

No, Clint Eastwood, no todo vale. Cuando me enteré que ibas a hacer una película sobre el suceso en el tren de París, en el que tres americanos y un inglés frenaron una masacre , entendí qué querías honrar su hazaña,  pero no entendía cómo ibas a hacerlo. ¿Cómo es posible que un suceso que duró a penas treinta segundos pudieras convertirlo en una película de hora y media? Luego recordé que en Sully lo lograste y saliste bien parado, y seguí confiando en tu proyecto. Cuando me enteré que los protagonistas no serían actores, sino los verdaderos héroes de aquel día, volví a entender que se trataba de un homenaje a su valentía, pero ¿cómo hacer que tres chicos normales tuvieran el peso interpretativo para solventar una hora y media de duración? Aún así te concedí el beneficio de la duda, tú además de director y guionista has sido ante todo actor, y uno de los buenos.

Pero cuando finalmente vi la película, todos mis temores se hicieron realidad. No solo habías hecho tu peor película, sino que posiblemente una de las peores que haya visto en una sala de cine. Y me dio rabia pensar, que el mismo que me había emocionado con Gran Torino , encandilado con Mistic River o hecho amar el western con Sin Perdón, me invitara a presenciar una hora y media de un trabajo tan dejado e indigno para ti, un trabajo que sería un aprobado justo para un mediocre estudiante de cine.

Siento confesarte que en vez de emocionarme, hice todo lo que estaba en mi mano por no reírme en medio de la sala. Agaché la cabeza en un arranque de vergüenza ajena cuando el niño saca todas las armas de juguete de sus fundas con solo diez años, así como cuando su madre abre la puerta y le descubre limpiando su escopeta, sin dobles sentidos. También tuve que evitar la risa cuando el viaje a Europa se convierte en una mala guía de viajes donde las faldas cambian de perspectiva para beneficio del mirón y los americanos aparecen en cada esquina. Pero lo que no pude evitar fue decepcionarme, con los diálogos ridículos,  los giros de cámara que no llevaban a ningún lado y sobre todo con el montaje, que parecía improvisado sobre la marcha.

Lo peor no fue eso, fue que convertiste un hecho heroico en un panfleto burdo y barato. Lo siento Clint, esta vez la sutileza no fue tu compañera, no solo porque tus más arraigados ideales salieran como una forma de adoctrinamiento tosca y ordinaria, sino que acompañaste la historia con mensajes, lemas y manifiestos en los que parecías rezar al dios de la guerra.

Lo mejor que podemos hacer tú y yo, Clint, es olvidar esta película, borrarla de tu filmografía, que yo evapore de mi mente los 94 minutos que pasé en la sala de cine, y que tú omitas que ‘15:17 tren a París‘ es tuya. Lo mejor que puedes hacer es continuar en el tren y no volver a mirar esa parada de la que tenías que haber pasado de largo. Porque a pesar de todo yo te espero en la siguiente estación ilusionada, me niego a despedirte con esto, me niego a recordarte por este descarrilamiento. Yo sigo en la estación esperando tu llegada triunfante con una nueva película que te haga justicia, porque un error lo tiene cualquiera, hasta tú Clint, hasta tú.

Atentamente: una admiradora dispuesta a olvidar este bache.

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La Claqueta Metálica
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