En plena guerra fría el mejor ajedrecista norteamericano de la historia se planteó un colosal propósito, vencer el aplastante dominio soviético y proclamarse campeón mundial. Se trataba de Bobby Fischer, cuya vida nos narra fielmente este interesante biopic. Su turbulenta infancia, su triunfal introducción en el mundo del ajedrez y, finalmente, su famoso duelo con Boris Spassky por el título mundial, en la que es considerada por muchos como la mejor partida de la historia.
Cuando tienes una buena historia para llevar al cine siempre hay que tomar una decisión complicada ¿Dejas que la historia hable por sí sola o intentas arriesgar para añadirle valor? La segunda opción, si bien puede dar lugar a grandes obras, también puede suponer una gran decepción si fracasas, y realizas una película de baja calidad.

Edward Zwick se decanta en este caso por la primera opción, y elige no arriesgar para dejarnos disfrutar de los hechos. No podemos culparle, al fin y al cabo, la historia por sí sola ya parece sacada del guion de una película de Steven Spielberg.
Y pese a que, al no arriesgar, nos quedamos sin la posibilidad de disfrutar de una adaptación original pero fiel, como puede ser la interesantísima “Steve Jobs” escrita por Aaron Sorkin. También nos ahorramos el riesgo de sufrir un desastre del tamaño del “Jobs” de Ashton Kutcher.

En resumen: nos encontramos con una gran historia, narrada con corrección, y apoyada en la sorprendentemente grata interpretación de Tobey Maguire. Una cinta que agradará a todos aquellos que quieran conocer a uno de los grandes genios del mundo del ajedrez.
Exacto, correcta, más que correcta, pero sin alma. Para mí fue como cuando le hacen un encargo a un director porque alguien quiere ver la vida de «X». No es mala, ni mucho menos, pero buena, buena…