Al Hollywood de los años 30 llega el joven Bobby Dorfman, buscando iniciar una nueva vida lejos de su negocio familiar en Nueva York. Perdido en esa nueva y lujosa ciudad recurrirá a su tío, un exitoso productor de cine, para que le consiga un modesto trabajo como repartidor en su oficina. Allí conocerá a la encantadora Vonnie, cuya naturalidad, tan opuesta al glamour característico de la ciudad, enamorará locamente al recién llegado.
El propio Woody Allen respondió en una entrevista, al ser preguntado por su cínica visión de las relaciones, que él simplemente era realista. “No soy cínico, pero las relaciones humanas son algo muy difícil, y eso es lo que trato de reflejar” declaraba el cineasta.
“Café Society” es un ejemplo perfecto de esta respuesta. Pues, mientras se desarrolla la principal historia de amor de la película, en un segundo plano vemos desfilar toda suerte de parejas. Desde los padres del protagonista, que discuten sin parar, hasta el perfecto matrimonio sin hijos, que vive tan feliz como el primer día.
Y ante este muestrario de posibles relaciones, se va desarrollando la historia principal. A veces con pasión, otras de forma racional; pero siempre de un modo realista, vamos viendo como las decisiones de sus protagonistas marcarán el futuro de la relación.
En definitiva, una película que si bien no quedará como una de las grandes obras de Allen, posee ese regusto tan característico suyo. Dando como resultado una cinta correcta.