Originalidad, ritmo y una mezcla perfecta de drama y comedia, convierten a ‘Yo, Tonya’ en un biopic imprescindible.
Aunque fuera de Estados Unidos su historia no sea tan conocida, hubo un tiempo en el que Tonya Harding se convirtió en la mujer más odiada de América. Y es que pese a su increíble talento en el patinaje artístico, que le llevó a ser la primera mujer del país en realizar un triple tirabuzón, su comportamiento le generó una pésima reputación. La cual llegó al límite tras un polémico incidente en el que colaboró para lesionar premeditadamente a una compañera de equipo. Asegurando así su elección para los juegos olímpicos.
Las diferentes versiones, así como la dudosa veracidad de los implicados, hicieron que nunca quedara del todo claro que ocurrió realmente. Pero lejos de ser un inconveniente, ‘I, Tonya’ decide incorporar todas estas dudas y contradicciones a su narración, ofreciéndonos la historia de la propia Tonya y del famoso ‘incidente’, desde todos los puntos de vista de los implicados. Convirtiendo lo que podría haber sido un Biopic convencional en una deliciosa e hilarante locura.

La película posee un sabor propio que la hace destacar con una identidad muy diferenciada. El humor negro, muy al estilo de los hermanos Coen, ayuda a suavizar una historia que fácilmente podría haber caído en el melodrama. A esto se une su frenético montaje al más puro estilo Scorsese, para asegurarse de que ‘Yo, Tonya’ no pierda un ápice de ritmo a lo largo de su metraje.
Pero sin duda lo más memorable de esta producción son sus hilarantes personajes. Tan absurdos que resultan difíciles de creer. Lo cual, probablemente, sea la razón por la que las escenas post-créditos incluyen metraje real, como si los propios creadores quisieran justificar que no habían exagerado en lo más mínimo a la hora de llevarlos a la gran pantalla.

Lo cual nos lleva al magnífico reparto, que capta a la perfección la esencia de las personas reales a las que interpretan. Allison Janney se come la pantalla con cada aparición en su papel de madre abusiva, lo cual le valdrá, casi con total certeza, el Oscar a la mejor actriz secundaria. Pero no menos brillante resulta Margot Robbie, que si bien se quedará sin estatuilla por lo disputado de su categoría, posee varios momentos absolutamente sobresalientes. Destacando esa desgarradora escena, derrumbándose frente al espejo en el que se maquilla, mientras intenta forzar una resquebrajada sonrisa que nos rompe el alma casi tanto como a ella.
Originalidad, ritmo y una mezcla perfecta de drama y comedia, convierten a ‘Yo, Tonya’ en una de esas películas recomendables para cualquier espectador al que le guste el cine. Y es que, pese a haber sido injustamente olvidada por la academia en la categoría de “mejor película”, sin duda alguna será recordada por todos aquellos espectadores que, pegados a su butaca, contemple a Tonya Harding haciendo historia dentro y fuera de la pista.