En ‘Los Pitufos: la aldea escondida’, el enfoque infantil de los comics de Peyo se observa en este nueva producción que choca y contrasta con el mensaje tan maduro que transmite.
Azules, pequeños, mágicos y con setas como hogar. Así son los pitufos. Unos seres creados por el mismísimo Peyo, y que ya se han llevado a la gran pantalla anteriormente. Pero que vuelven de nuevo,con la diferencia de que en esta ocasión la acción ha sido desarrollada totalmente por ordenador.
La acción comienza en la aldea Pitufa, donde cada uno de sus miembros están caracterizados por aquello que se les da mejor: pitufo filósofo, pitufo patoso, pitufo fortachón… Excepto, la Pitufina, que además de ser la única mujer en la aldea, se siente perdida y no es capaz de encontrar la característica que le hace especial y única. Pero un encuentro fortuito, hará que emprenda una aventura a través del bosque prohibido. Y lo que se inicia como una misión de rescate, acaba siendo un camino hacia el autodescubrimiento.

Una película animada y colorida, que nos traslada a una aldea mágica donde los conejos son fluorescentes, las libélulas escupen fuego y las plantas lanzan besos. Los pitufos resultan entrañables, con texturas muy bien conseguidas en un gran trabajo de animación, que a pesar del 3D consiguen mantenerse fieles a los originales. Atención especial a la melena de Pitufina, envidia de cualquier actriz de carne y hueso.
La música sin embargo, nos traslada a otro lugar, exactamente a una discoteca. Canciones que acompañan los movimientos y el ritmo trepidante de estos pequeños seres azules, pero que seguramente no sea del agrado de la mayoría del público. Aunque, si recordamos a los pitufos maquineros, no nos resulte tan raro la banda sonora elegida para esta ocasión.

La película está dirigida principalmente para niños. El enfoque infantil de los comics de Peyo se observa en este nueva producción que choca y contrasta con el mensaje tan maduro que transmite. Y es que estamos ante un mensaje potente sobre la identidad personal. Pitufina no es capaz de definirse, no sabe en que es buena o en que puede destacar. La película nos llevará a un viaje al corazón de la voluntad, dejando claro que una persona no se puede describir con un único rasgo y sobre todo, que lo que realmente nos define somos nosotros mismos y nuestros actos.
La pregunta es, ¿hasta qué punto los niños serán de captar el mensaje, o solo se quedarán con lo colorido de la producción y los gifs de pitufos saltando y haciendo piruetas? Quizás haya sido una oportunidad desaprovechada teniendo un mensaje tan poderoso. Pero a pesar de ello, nunca está de más transmitir buenos valores, y si además los niños disfrutan con estos pequeños seres azules, no habrá sido todo en vano. Y ya sabéis, a pitufar.