“Kong: Skull Island” es una enorme superproducción de aventuras, pero con espíritu de serie B.
Sin duda una de las figuras más icónicas del cine es “King Kong”. El gigantesco simio no solo ha sido llevado en multitud de ocasiones a la gran pantalla, sino que nos ha dejado para el recuerdo una de las imágenes más recurrentes del mundo: El gorila subido en lo más alto del Empire State Building.
Su historia es tan conocida, que a estas alturas ya no sorprende a nadie. Por eso, a la hora de adaptarla nuevamente, “Kong: Skull Island” ha optado por un enfoque ligeramente distinto. Poner como máximos protagonistas de la película tanto a Kong como a la isla. Sin andarse sin los más mínimos rodeos, nos los muestran en acción desde el primer minuto de la cinta.

Parece que Legendary Pictures tenía bastante claro lo que quería en esta ocasión. Y eso era acción abundante e ininterrumpida. Tanto Kong, como los soldados y el resto de criaturas de la isla, se van alternando para ofrecernos una trepidante escena tras otra. Dejando pocos momentos de paz, salvo para los ocasionales toques de humor de los simpáticos personajes secundarios.
Personajes que están tremendamente estereotipados. Con Brie Larson y Tom Hiddleston haciendo de guapos aventureros, los soldados haciendo de comida para animales y Samuel L. Jackson haciendo de Samuel L. Jackson. Personajes simplones, pues no estamos aquí para verles a ellos. Aquí hemos venido a ver la isla.

Y es aquí donde la película realmente tiene su fuerza: en la isla. Desde la espectacularidad de sus paisajes hasta las bestias que los pueblan. La fotografía y los efectos especiales se unen para dar lugar a un territorio espectacular. Haciendo que echemos en falta más escenas de su fauna y menos de tópicos militares.
“Kong: Skull Island” es una enorme superproducción de aventuras, pero con espíritu de serie B. Con multitud de guiños, no solo a las anteriores versiones, sino a otras películas como “Jurassic Park” o “Apocalypse Now”. Una película que tiene muy claro que es lo que busca y lo que quiere ofrecer. Porque a veces, lo único que queremos es desconectar el cerebro un par de horas, y ver a un puñado de bestias peleándose. Y para eso, sin duda, Kong es el rey.