Crítica de ‘A Ghost Story’: poesía existencial con fantasmas

‘A Ghost Story’ fascina con cada plano, como un poema del que necesitas extraer cada verso y asimilar su lección

‘A Ghost Story’ comienza envuelta en amor, no amor pasional, sino un amor de pareja. En el que la fogosidad ha dejado paso al cariño, los besos ansiosos han pasado a ser dulces y donde la cama es un mausoleo de las caricias. En medio de este arranque la muerte de él, en un accidente de coche, destroza una pareja con la que habíamos logrado conectar. La historia comienza con el difunto volviendo a la vida como fantasma, y renunciando a una luz cegadora para regresar a su casa y ver a su mujer, sumida en el más profundo de los dolores.

A partir de ahí se convierte en toda una experiencia emocional que nos diluye en el existencialismo más doloroso y a la vez más fascinante. Y como de un poema del que necesitas extraer cada verso y asimilar su lección, la película esconde en cada plano una muestra de lo insignificante y a la vez bella que es la vida, lo rápido que pasan algunos momentos y la lentitud de otros muchos y como todo rastro de nuestra presencia se diluye hasta que no somos ni recuerdos.

Crítica 'A Ghost Story'
Cuando oyes que alguien hace palomitas en la cocina

El fantasma se convierte en espectador de la vida que deja tras él,  aferrándose a sus recuerdos y a su hogar, y viendo en el cambio un temor más grande que la propia muerte. Y así, con una sábana blanca que arrastra en su camino, sigue observando como el tiempo borra y crea a su paso sin miramiento, haciendo de lo que para nosotros es imprescindible una simple banalidad.

Tanto Casey Affleck como Rooney Mara están sensacionales, pero es ella la que tiene el peso y el mayor reconocimiento en su actuación.  Dos momentos nos muestran su verdadero valor en la película: la escena en la que pasa el duelo comiendo tarta, un momento angustioso y evocador, donde se palpa su dolor y su ira; y la escena sin diálogos, con los cascos puesto escuchando la composición de su marido, donde se intercalan los momentos antes y después de su muerte, la misma canción pero con Rooney Mara cambiada.

Crítica 'A Ghost Story'
Uno puede morirse, pero siempre cómodo.

Una película complicada en un ámbito comercial pero necesaria en un entorno intimista. Con un público menos experimentado descolocado  ante la novedad de su su narración y con espectadores de mente más abierta enamorados de su trasfondo. A Ghost Story’ cautiva en su reflexión, mostrando con una dulzura ahogadora como nuestro paso por la vida es una desoladora muestra de que no somos nada.’

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