Ferdinand es una lección de valentía y amistad con un protagonista que es «toro» amor.
Un toro de lidia que prefiere las flores a los ruedos, una bestia por fuera pero un trozo de cielo por dentro. Así es Ferdinand, el protagonista de una historia que los creativos de Fox han adaptado del corto de Walt Disney de mismo nombre, que estuvo prohibido mucho tiempo en España, pero que ahora viene con la intención de subir a lo más alto de nuestra taquilla.
Tras renegar de su futuro violento en los ruedos, el pequeño ferdinand por fin encontrará una familia con la que compartir todo el amor y ternura que lleva dentro, y así es como Nina se convertirá en cuestión de segundos en su mejor amiga. Pero cuando el ternero crece hasta llegar a ser un enorme toro, su vida dejará de ser tan pacífica y relajada.

La película recuerda en su primera parte a Okja, de Netflix. La amistad que surge entre la niña y el animal es muy similar, haciéndose su relación fuerte con el tiempo y sintiendo verdadera pena cuando ambos se tienen que alejar. Aunque en este caso la película se centra en el animal y no en la joven, que queda relegada un segundo plano llorando la pérdida de su gran amigo.
Pero aunque los animales sean los protagonistas, el mensaje es mucho más humano de lo que parece a primera vista. La película, a pesar del toque infantil y blandito del humor, nos habla de las falsas apariencias, y de la importancia de la voluntad de alguien frente a lo que los demás esperan de él. Nos habla del dilema de elegir nuestro destino llevando la herencia como carga.Y qué mejor que un toro de lidia para ejemplificar la lección, criado y destinado para el toreo, con la muerte como destino y las plazas como cementerio.

Pero no solo el mensaje es el único acierto, hay que aplaudir lo bien recreados que están algunos lugares de españa. En Madrid aparecen Atocha, la plaza de las Ventas e incluso nos adentra en un atasco en medio de la M30. Por primera vez nuestra cultura no se ve mezclada con la mexicana ni todos los estereotipos se unen para hacer del cliché la norma. España parece España.
Si al escuchar hablar de Ferdinand daba la impresión que la película iba arriesgar incidiendo en debates pacíficos y animalistas, lo que hace finalmente es esuquivar la polémica centrándose en mensajes típicos y en tópicos sobre la amistad y ser uno mismo. Aunque al fin y al cabo estamos ante una película para niños, que quedarán encantados conociendo a un protagonista que es «toro» amor.