Coco nos traslada a un mundo mágico donde la fantasía, la música y la familia se conjugan para conseguir otro gran éxito.
Hay una gran diferencia entre conocer una cultura y entenderla. Lo que Pixar logra con su nueva película Coco, es que entiendas el rito a los ancestros y la unión familiar de los Mexicanos, a través de una historia conmovedora y fantástica, que tiene a un niño como protagonista, pero a toda una familia como secundarios.
Miguel tiene pasión por la música, pero desde que su tatarabuelo les abandonó para cumplir su sueño de tocar por todo el mundo, en la familia la más mínima nota rítmica supone una prohibición, obligando al pequeño al continuar con la fabrica de zapatos. Pero convencido de puede ganar el concurso de talentos de la plaza del pueblo, cogerá la guitarra de uno de los difuntos músicos más famosos de su país, abriendo una brecha entre el mundo de los vivos y los muertos, y haciendo que el viaje a la otra vida sea una odisea de aprendizaje.
Pixar tiene la fórmula hacia nuestros sentimientos y consigue con cada película sorprender en originalidad, mensaje y fantasía. Nos envuelve con cada nuevo mundo que crea, cogiendo tanto cariño a los personajes que nos cuesta despegarnos de ellos al salir del cine. Nos pasó con Woody en Toy Story, Wazowski en Monstruos s.a o Disgust en Inside Out y en esta ocasión nos sucede con Coco, la adorable anciana que da nombre a la película.
Es sorprendente como la película trasforma ‘El día de los muertos’ en una fantasía espléndida donde cada pequeño detalle cobra vida, ya sea los retratos que se ponen en la ofrenda, la comida que se les ofrece a los difuntos o el sendero por el que tienen que caminar para ver a sus familias. Por no hablar de la ciudad de los muertos, que parece un Disney World donde la luz al final del túnel tiene todos los colores del arcoiris.
Pero detrás de ese mundo mágico recreado con todo lujo de detalle, aparece un gran culto a la familia y al recuerdo con la que todos podemos identificarnos, para bien y para mal. Y es que no solo el protagonista evoluciona, sino toda la familia aprende a comprender y a ofrecer su amor incondicional dejando las prohibiciones a un lado.
La animación es sin lugar a dudas uno de los grandes aciertos, consiguiendo que cada movimientos, desde tocar la guitarra hasta los hoyuelos del protagonista, sean tremendamente realistas. Y qué gran acierto también la BSO, con canciones mexicanas que mezclan español e inglés para dar más peso a los orígenes de nuestros protagonistas.
En ocasiones tendemos a traspasar nuestros errores, traumas, miedos, triunfos o necesidades a nuestros hijos. Y sin embargo es el amor incondicional el verdadero apoyo que necesitamos para no caer en los errores del pasado, mientras que la prohibición solo crea un ambiente tóxico del que huir será la única salvación. Por eso en Coco es tan importante la evolución de cada personaje, la importancia del amor y el perdón y el apoyo, porque al final eso es lo que implica pertenecer a una familia. Coco es sin duda otro acierto de Pixar, que nos traslada a un mundo mágico donde la fantasía, la música y la familia se conjugan para conseguir otro gran éxito.
