“Con mucho humor, una idea original, y un trabajo técnico casi perfecto, ‘Baby Driver’ logra inyectarnos puro ritmo en las venas«
Los blockbusters son para el verano

Cuando escuchamos el término blockbuster resulta imposible que no se nos vengan a la cabeza multitud de connotaciones negativas. Pensamos en películas vacías, productos sin alma destinados a vender. Coches, explosiones, tiros y multitud de caras famosas. Y cuanto mayor sea el número tras el título, mejor para todos. Si, te estoy mirando a ti ‘Fast & Furious 9’.
En ‘Baby Driver’ nos encontramos ante la historia del joven Baby. Un chaval bastante peculiar, que vive en todo momento ensimismado por la música de su iPod. Pero, tras su extraña apariencia, se oculta un auténtico as de la conducción. Baby aprovechara su don tras el volante para ejercer de conductor en toda clase de golpes ilegales. Siempre, eso si, al ritmo de la música adecuada.
La sinopsis no nos ofrece nada que no hayamos visto antes en el cine. Y todo nos hace indicar que nos encontraremos ante una película más de acción, persecuciones y tiros. Sin embargo, Baby apenas necesita unos minutos para dejarnos claro que no nos encontramos ante una película más.
De 0 a 100 en cuestión de segundos

Edgar Wright tan solo necesita su primera secuencia para introducirnos de lleno en la película. Una rabiosa persecución, perfectamente ejecutada al ritmo de la música y aderezada con un par de simpáticos chistes. Una presentación ideal de lo que nos espera en ‘Baby Driver’.
No en vano, nos encontramos ante un director que ha demostrado ser capaz de aprovechar los recursos cinematográficos como pocos lo han hecho. Ya en su famosa trilogía del cornetto (‘Zombies Party’, ‘Arma fata’l y ‘Bienvenidos al fin del mundo’) supo aprovechar cualquier aspecto, desde el montaje a la composición de planos, para generar comedia del más mínimo detalle posible.
En ‘Baby Driver’ parece que se ha propuesto dar un paso más allá, y ha decido incorporar la banda sonora a su caja de herramientas. No se trata de encontrar canciones que encajen con la película, sino de que las canciones sean la película. Con la excusa de la obsesión de su protagonista por la música, veremos desfilar toda clase de escenas sincronizadas a la perfección con el ritmo que oímos. Y además hay tiros. Muchos tiros.
Tal vez se trate de un blockbuster, pero desde luego que no podemos achacarle mucho de los problemas que estos suelen tener. La falta de riesgo, de originalidad o de alma que caracteriza a este tipo de cintas, no está en absoluto presente en ‘Baby Driver’. Que, por el contrario, nos ofrece una idea cargada de innovación, muy diferente a lo que podíamos esperar.
Bajando una marcha

Sin embargo, hay ciertos aspectos en los que ‘Baby Driver’ se queda algo atrás. Y el más importante de todos es, probablemente, el desarrollo de la historia. En una película de una factura técnica brillante, la trama parece ser el aspecto más flojo. Con un desarrollo tan previsible que casi podemos saber cómo va a acabar desde el primer momento.
En su mayor parte esto no supone un problema. Baby ha venido a inyectarnos ritmo en las venas, y no hay duda de que lo consigue sobradamente. Pero hay algunos tramos, en los que la acción se detiene para dejar lugar a la historia, haciendo inevitable que se vean ciertas lagunas en ella. Lo que hace que la película no termine de ser tan redonda como cabría desear.
Llegando al destino

Pese a todo, ‘Baby Driver’ al igual que su protagonista tras un atraco, logra huir sin ser castigada por sus crímenes. Y es que cualquier fallo que podamos encontrar se nos olvida en el mismo instante en que la música vuelve a sonar, y vemos como su perfecta coreografía se pone nuevamente en acción.
Con mucho humor, una idea original, y un trabajo técnico casi perfecto, ‘Baby Driver’ nos ofrece el antídoto perfecto ante la avalancha de remakes, reboots y sagas interminables que se nos está viniendo encima. Sin rastro de superhéroes, ni de nostalgia ochentera, ni de Dwayne Johnson. Es cierto que no esconde nada profundo en su interior, pero no le hace falta. No hay duda de que el verano ha llegado con Edgar Wright al volante.