Acompañaba de toda su familia, sin mono ni castillo, pero con una película recién salida del horno llega Julia, o Julita como ya la conocemos, cogida del brazo de su hijo. ‘¿Pero que me tengo que sentar detrás de la mesa yo? Si además está decorada de Navidad, como a mí me gusta’ Con estas palabras hace su aparición la que promete ser un nuevo icono de nuestro cine. Un icono que con más de ochenta años está conquistando cada festival que pisa con el documental sobre su vida, en el que ella es la protagonista absoluta de la historia de su familia. Y razones no faltan, porque con una naturalidad apabullante, una gracia innata y la desvergüenza por cultura se está metiendo en el bolsillo a cada espectador.
Pero la verdadera suerte es haber podido compartir con ella una entrevista y conocer en persona a la matriarca de un clan singular que tenía tres deseos que trasformaron por completo la vida de su familia. El primero era tener MUCHOS HIJOS y desde luego seis es un buen número. El segundo era tener UN MONO, al que poder ponerle toda clase de vestiditos. Y el tercero UN CASTILLO, como toda buena reina.
Los 90 minutos que dura el documental son una continua muestra de desparpajo y excentricidades que se alternan entre dilemas existenciales y extravagancias, que comienzan con las búsqueda de unos huesos que asegura guardar de su abuela y a partir de ahí la historia no hace más que mejorar. Escenas cotidianas de una mujer fuera de lo cotidiano, que cuando no encuentra su dormidina por las noches se zampa un bocadillo de chorizo, que usa un tenedor alargado para pinchar a sus marido mientras duerme y asegurarse de que no esta muerto y que su obsesión por la Navidad le lleva a dejar el Belén hasta julio. Asegura ser masona y republicana aunque lo que más le gusta es que la conozcan como una madre española.
A pesar de que el público sale emocionado con cada proyección, Julia insiste en no gustarle el resultado de la película ‘pero como va a gustar a alguien lo que yo haga o diga, ahí friendo un huevo o diciendo tonterías‘ aunque reconoce que en cada sesión a la que ha acudido la gente se ríe y aplaude, y van a conocerla y a abrazarla;’en verdad mi hijo es todo un artista‘ asegura. Insiste en que no le da vergüenza mostrar su vida y contar lo que les ha sucedido ‘las desgracias hay que aceptarlas y solucionarlas, las cosas materiales te atan y me he convencido‘ aunque si señala un momento embarazoso en especial ‘hombre, vergüenza los pantis que salgo enseñando, aunque ya os podéis imaginar que los utilizo y que efectivamente son grandes’. Y es que aunque sabía que la estaban grabando constantemente nunca pensó que fuera un largometraje y que tendría tanta distribución ‘si lo hubiese sabido me hubiese maquillado o peinado un poco más, o me hubiese puesto ropa que me hiciera menos gorda’.
Por su parte, Gustavo Salmerón, hijo de Julia y director del divertido documental asegura que tras 15 años desde que comenzó a grabar a su familia, 5 de intenso trabajo y más de 400 horas grabadas, el verdadero trabajo ha sido en la sala de montaje donde han tenido que reescribir el guion junto con Beatríz Montañez y Raúl de Torres . E insiste que todas las escenas han sido grabadas con naturalidad, ‘cuando intentaba recrear alguna escena quedaba impostada y ese no era mi propósito. Me sigue impresionando ver en pantalla grande algo que tiene tanta verdad y humor’. E insiste en que a pesar del drama que pueda haber detrás ‘la he estructurado como una comedia, y los puntos de giro funcionan a la perfección‘.
Y sin duda el resultado es todo una joya, y con la búsqueda de unos huesos como excusa nos invita a entrar en la vida de una mujer que tenía tres deseos: muchos hijos, un mono y un castillo. Y que acabó perdiendo un castillo ( y al mono) pero ganando una película.
