“Epstein: asquerosamente rico”, disponible en Netflix
Es terrible cuando al profundizar en las bases de nuestra sociedad vemos cómo los cimientos sobre los que se sostienen están podridos. Justamente aquellos que tienen el poder son los que aprovechan su posición social y económica para campar a sus anchas fuera de la ley, demostrando una falta de humanidad digna del peor de los psicópatas.
Recientemente hemos podido ver en Netflix el documental “Epstein: asquerosamente rico”, un documento dividido en cuatro partes, de una hora cada una, en la que no solo nos informan del monstruo y depravado sexual que era Epstein, sino que desenmascara una red de pedofilia donde tanto administradores como clientes son personas influyentes y líderes mundiales. El documental se centran en la figura de Epstein, pero saca a relucir a personas conocidas públicamente que tuvieron una relación estrecha con el magnate y a las que se vio en los lugares donde Epstein tenía su turbulento negocio. Nombres como Donald Trump, Kevin Spacey, Woody Allen, Bill Clinton o el príncipe de York son citados en el documental, siempre con discreción, siempre de pasada, sin acusar de lo que no puede asegurarse, pero en lo que sí se centran es en la amistad que les unía con Epstein, amistad que mantuvieron incluso después de que este fuera juzgado la primera vez por abusos sexuales a menores.

EL NEGOCIO DEL MAL
En el documental se expone cómo Epstein captaban a las niñas, como las sometían a su voluntad y luego les hacían la vida imposible para mantenerlas calladas. Un documento audiovisual espeluznante donde las víctimas detallan las terribles vivencias de su relación con Epstein y su frustrado proceso judicial para condenarle (recordemos que se “suicidó” antes de ser juzgado por sus delitos).
La serie comienza describiendo cómo Epstein buscaba a niñas de familias desestructuradas, a las que incluso acechaba en colegios, ofreciéndoles dinero a cambio de un masaje que pronto se tornaba en un abuso sexual. Niñas vulnerables que se sentían acorraladas y que accedían a seguirle el juego por miedo a que el suceso tornara a algo peor.
[the_ad id=»12405″]
A medida que avanzas los capítulos vemos como su «afición» acaba siendo un negocio multimillonario, alquilando incluso una isla (la isla de las orgías la llamaban) como sede central e invitando a personas conocidas e influyentes a pasar largos periodos en su paraíso del terror. Niñas de 14, 15, 16 y 17 años como entretenimiento para renombrados señores que actuaban con total impunidad.
En el documental las niñas violadas y acosadas, ahora mujeres, cuentan su historia centrándose por una parte en cómo su infancia fue destruida por Epstein y por otra su experiencia tratando de denunciar los hechos, un proceso en el que nadie quería escuchar lo que tenían que contar. Pero cuando los que hacen la ley son los que hacen la trampa, ¿a quién le interesa sacar la verdad?
Es curioso como el Me Too fue determinante en el caso, y ayudó a que muchas mujeres alzaran la voz y denunciaran el infierno por el que habían pasado. En el documental hay un rayo de luz entre tanta oscuridad, y es cuando las mujeres descubren que no están solas y que si se unen pueden cambiar las cosas. El Me Too les dio la voz que antes se les había privado.

LA MUERTE DE EIPSTEIN
Pero si con la Isla sexual, la red de pedofilia y las relaciones sociales el asunto no fuera ya suficientemente turbio, hay otro capítulo que acaba por redondear la historia; la muerte de Epstein, una muerte tratada como suicidio pero que se sospecha que no fue así, sino una forma de acallarle para que así no acabara sacando a la luz todo lo que sabía de sus amigos y clientes.
[the_ad id=»12400″]
Pero lo verdaderamente injusto del asunto, es que esas víctimas no tuvieron su merecida justicia, y Epstein murió antes de ser juzgado. Una lucha insatisfactoria para todas esas mujeres que se atrevieron a dar la cara pero que no lograron verlo condenado. Por eso es tan importante que al menos tengan el documental para contar su verdad y destapar al monstruo, una pequeña justicia donde escucharlas y creerlas es lo mínimo que podemos hacer.
En el documental también aparecen algunos vídeos de Epstein tomando declaración antes de su muerte, testimonios delante de una cámara donde curiosamente no muestra ni un ápice de arrepentimiento por sus actos. Demostrando así su verdadera cara: un sociópata con poder que destruyó la infancia de tantas niñas y el futuro de tantas mujeres, un auténtico monstruo que se alimentó de su posición social para crear un imperio de perversiones al margen de la ley.
Es terrible pensar hasta qué punto el poder y el dinero te vuelven inmunes de cualquier pecado. Hasta qué punto esas mismas personas que nos gobiernas son a la vez los que nos destruyen y además lo hacen sin arrepentimiento y con la seguridad de que la ley no recaerá sobre ellos. Porque Epstein solo un peón en este juego, pero sus listas de contactos son un entramado escandaloso, donde presidentes, actores, modelos, embajadores, políticos y empresarios aparecen entre ellas. Las bases de la sociedad están podridas pero ¿cuánto tiempo aguantarán en pie?