Una semana más tenemos ante nosotros un episodio de Juego de tronos para analizar, al igual que ya hicimos con el de la semana pasada. De nuevo, hemos podido ver como casi todas las tramas han seguido avanzando. Algunas de forma más previsible, y otras con alguna novedad.
En primer lugar tenemos a Arya, que siguiendo con su bonita tradición en la serie de cambiar de plan cada 2 capítulos, ha decidido abandonar la idea de dirigirse a Desembarco del rey para matar a Cersei, y ha puesto rumbo a Invernalia. Por el camino se ha encontrado con Nymeria, su antigua loba. Aunque parece que no se han reconocido. Señal tal vez, de que Arya es la única «Loba» Stark que aún no ha conseguido pasar página.
Los otros Stark, Jon y Sansa, han recibido una invitación de Daenerys para ir a Rocadragón. Jon decide aceptarla, pues sabe bien que sus tres dragones serán de gran ayuda en la lucha contra los caminantes blancos. Pero sus vasallos no lo tienen tan claro, y se opondrán exclamando frases como «ningún Targaryen es de fiar». Lo que no deja de ser irónico si tenemos en cuenta que Jon Nieve es un Targaryen, aunque ni el mismo lo sepa.
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Pese a los consejos de su gente, Jon pondra rumbo a Rocadragón, dejando el norte en manos de Sansa. Antes, tendrá una breve pero intensa conversación con Meñique. Que acabara con el joven bastardo agarrandole del cuello. Ten cuidado Jon, el último Stark que le hizo eso a Meñique acabó con su cabeza clavada en una pica.
Por su parte, Daenerys ha comenzado a preparar la reconquista de los siete reinos. Para ello contará, como era de esperar, con la ayuda de los Martell y los Tyrell. Pero parece que dicha ayuda no durará demasiado, pues, nada más partir las serpientes de la arena junto a los barcos de Asha Greyjoy, serán asaltados por el mismísimo Euron. Al parecer, el regalo que el capitán había prometido a Cersei en el anterior episodio, no era otro que acabar con la oposición de Dorne. Tras una intenso abordaje, veremos al señor de los Greyjoy acabar con la mayoría de las serpientes de la arena, capturar a su madre, y hacer que Theon nos muestre, una vez más, su increíble habilidad para saltar por la borda.
La última trama que nos queda por analizar, es la del bonachón de Sam. Que, tras encontrarse a Jorah Mormont en la ciudadela, intentará llevar a cabo un novedoso procedimiento para curarle de su enfermedad. Antes de ello, veremos a Sam sugerirle a su mentor que le ponga un nombre más poético a su libro de historia. Quién sabe. Quizás, cuando todo acabe, veamos a Sam recopilar todos estos sucesos en una colección de tomos. A los que les ponga un nombre tan poético como, por ejemplo, «Canción de hielo y fuego».
