Hay veces en la vida en la que nos vemos obligados a readaptarnos. Ciertos cambios, tal vez de pareja, de trabajo o de domicilio, pueden trastornar nuestro día a día. De pronto, todo aquello que teníamos planificado, aquello en lo que confiábamos y a lo que nos agarrábamos, desaparece. Y nos vemos en la difícil tesitura de tener que rehacer nuestra vida.
Ésta es la situación en la que se ve Stephanie, la protagonista de la comedia francesa “De vuelta a casa de mi madre”. Una mujer de 40 años que ve como el estudio de arquitectura del que era dueña se va a la quiebra, dejándola en el paro, y obligándola a volver a casa con su madre. Sus diversos problemas para adaptarse a esta nueva situación, darán lugar a todo tipo de situaciones cómicas.
Eric Lavaine nos trae una historia que refleja nuestra realidad social actual. En la que la situación de crisis económica, ha forzado a muchos hijos a volver a casa de sus padres. Con todas las dificultades que eso conlleva.
La película nos presenta a dos mujeres tratando de rehacer su vida. Por un lado está la madre, que tras haber enviudado, comienza una relación amorosa a espaldas de sus hijos. Por el otro está la hija, que verá como su vida se va desmoronando a raíz de sus problemas laborales.
“De vuelta a casa con mi madre” nos habla, a través de su historia, de la dificultad de las relaciones familiares, y de su importancia como apoyo en los momentos más difíciles. La cinta mezcla la comedia con ciertas dosis de drama, como acostumbra a hacer tan bien el cine francés.
Sin embargo, pese su buen planteamiento y a lo simpático de las situaciones, se echan en falta dosis más fuertes de humor. No hay duda de que la cinta logra sacarnos una sonrisa, pero no nos arranca tantas carcajadas como han hecho otras compañeras de género. No obstante, no por ello deja de ser una película entretenida con la que pasar un rato agradable.
