Nuestros valores y convicciones marcan profundamente quienes somos. Sin embargo, estos pueden variar drásticamente en función de las circunstancias. Y es que todos tenemos claros nuestros principios cuando la situación es favorable, pero es en las circunstancias más adversas cuando mantenerse fiel a tus creencias requiere más esfuerzo que nunca.
“Hacksaw Ridge” nos muestra uno de estos casos. La historia, basada en hechos reales, del soldado Desmond Doss. Un joven que sentía la profunda necesidad de ayudar a su país en la guerra, pero al que sus valores personales impedían utilizar cualquier tipo de arma. Debido a ello, Desmond deberá enfrentarse a los altos cargos del ejército estadounidense, para que le permitan ayudar a su país como médico de guerra sin tener que apretar ningún gatillo.

Mel Gibson nos trae la interesante historia del primer objetor de conciencia condecorado en Estados Unidos. El comienzo de la película puede resultar un poco decepcionante, debido a su abundancia de tópicos. La historia de amor entre el protagonista y su mujer resulta excesivamente pastelosa. A lo que se suma la secuencia del campo de entrenamiento, en la que Vince Vaughn demuestra que no todo el mundo puede ser el sargento Hartman.
Sin embargo, tras este comienzo, la película nos regala una maravillosa secuencia bélica, en la que el oscarizado director nos demuestra toda su calidad. Acumulando más y más tensión en los momentos previos a la misma para, posteriormente, arrancar de forma totalmente explosiva. El resultado es una escena brutalmente desgarradora que, aunque quizás no sea la representación más realista de la guerra, sin duda logra dejarnos clavados al asiento.

Este es, sin duda, el momento álgido de la cinta. Tras el cual el sentido de la historia se pierde, sin que nos quede demasiado claro qué mensaje pretendía transmitirnos. Y lo que parecía una original reflexión anti-bélica, acaba reducido a un baño de sangre que proclama el ya más que repetido “Dios bendiga a América”.
“Hasta el último hombre” abandona cualquier intento de reflexión y nos da un producto bueno, pero ya masticado. Entretenido sin duda, y con una gran dirección, pero demasiado poco estimulante para lo prometedor de la historia en la que se basa. Dejándonos cierto regusto amargo al pensar que, tal vez, habría dado más de sí de haber dejado a un lado las ideologías personales en favor de la narración.