Crítica de ‘Gorrión Rojo’, el gorrión que se creyó águila

Gorrión Rojo en su intento de emular al cine clásico de espionaje, nos deja con un sabor a saga juvenil que no logramos quitarnos durante toda la película.

La guerra fría aún no ha acabado, y los rusos y americanos siguen enfrentados en una batalla de espionaje que parece no acabar nunca. En este contexto se desarrolla ‘Gorrión Rojo‘, una película ambientada en otra época que se sitúa en una Europa muy actual.

Tras un terrible accidente en medio de una de sus actuaciones, la conocida bailarina de ballet rusa, Dominika Egorova (Jennifer Lawrence), debe retirarse de los escenarios. Para mantener sus privilegios y poder cuidar de su madre enferma, se ve presionada a entrar en un programa especial de la KGB encargado de entrenar a jóvenes en al arte del espionaje por medio de la seducción y la conquista. Su primera misión consistirá en acercarse en un agente de la CIA para desvelar el nombre del topo que está traicionando a su país. El problema es que con la cercanía, los sentimientos comienzan a confundirse, poniéndola en verdadero peligro.

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Jennifer Lawrence en ‘Gorrión Rojo’

Es sorprendente descubrir que la película de acción y violencia desmedida que habíamos imaginado que era Gorrión Rojo, sobre todo al descubrir la recomendación de +18 años,  es en verdad un thriller psicológico que se cuece a fuego lento durante dos horas y media.  Nos esperábamos una nueva Atomic Blonde, y sin embargo nos encontramos con un resultado más parecido a ‘El topo’, manteniendo las distancias con la magnífica película protagonizada por Gary Oldman.

Gorrión Rojo es demasiado buena para ser una parodia, y demasiado mala para poder tomárnosla en serio. Un intento de emular el cine clásico pero con un sabor a saga juvenil que estropea cualquier propósito de convertirse en un referente del espionaje. Y por mucho que se empeñe en confundirnos con escenas turbulentas y de alta carga sexual, tratando de alejarse del público adolescente y mostrándose como una obra más adulta y  madura, no consigue engañar a un espectador cinéfilo y experimentado. Da la sensación de que se gusta tanto a sí misma que hasta en los momentos en los que debería ser más desentendida y pasional, se muestra sobria y fría, para marcar esas intenciones que no ha conseguido resolver en el propio guion.

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Jennifer Lawrence en ‘Gorrión Rojo’

Eso no implica que deje de ser entretenida en su juego de cazar al topo. Incluso engancha con su ambientación, fotografías y escenarios de ensueño. Además logra despistar todo el rato al espectador, sin saber muy bien en que lado de la balanza quedan las piezas que forman parte de este laberinto psicológico. La sensación continua de peligro es otro compañero que se queda pegado en cada rincón de la película, y que atrae de manera irremediable a seguir viendo hasta el final el destino de la absorbente Dominika.

Jennifer Lawrence consigue mezclar su faceta más fría y cálida, además de la perspicacia e inteligencia con la que dota a la protagonista de una personalidad arrebatadora. Logra conquistar cada plano y hacerse dueña de cada escena. El resto del reparto se ve deslumbrado por la joven actriz, y eso que cuenta con Jeremy Irons o Joel Edgerton como compañeros de rodaje. Pero ella es la estrella que logra brillar en la adversidad,  a pesar de las irregularidades de la película.

Gorrión Rojo peca en su intento de tomarse demasiado en serio, emulando algo que no está destinada a ser. Aún así consigue enganchar gracias a  una trama entretenida y arriesgar en su visión cruel y dura del sexo como forma de dominación.

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La Claqueta Metálica
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