‘Annabelle Creation‘ llega como un salvavidas para la primera película, con una dirección más prometedora, una ambientación más conseguida y una muñeca que no quieres sacar nunca de su caja.
James Wan y su Expediente Warren han generado un universo propio a su alrededor, al que no paran de sumársele spin-offs, seculas y precuelas que traen el cine de terror más clásico de nuevo a la gran pantalla. Con una ambientación y una fotografía fácilmente identificable, consigue generar miedo usando las luces y sonidos de forma magistral y haciendo de los objetos más cotidianos una auténtica tortura.
Annabelle apareció por primera vez en ‘Expediente Warren’ y la muñeca causó tal sensación que el spin-off no se hizo esperar. Aunque a diferencia de la película dirigidas por James Wan, ésta no logró convencer a los más fans del género. Pero ‘Annabelle‘ ha vuelto de la mano de David F. Sandberg (No apagues la luz) para contarnos tanto sus orígenes como su creación.
Ojos sorprendentemente grandes y azules, labios rojo intenso, la cara pálida y endemoniada y dos largas trenzas castañas anudadas con lazos rojos. Así es Annabelle, mucho más temible que la original en la que se basa la película y claramente difícil de olvidar.
La película logra ser efectiva en sus propósito de asustar. Consiguiendo mediante giros de cámara y música atronadora que el espectador se retuerza en el asiento esperando el susto final. De hecho, los sustos no paran de aparecer a partir de la segunda mitad, dejando apenas respirar al espectador que espera encontrar a la muñeca en cada cambio de plano.
El argumento sin embargo es más flojo y la historia demasiado sencilla. Los niños, o mejor dicho, las niñas, vuelven a ser las protagonistas. Huérfanas, una monja a su cargo, una casa gigante con escondites y cuartos cerrados y accesos prohibidos, que como siempre, acaban siendo los escenarios principales.
Sin esperar una película revolucionaria ni imprescindible, ‘Annabelle Creation‘ llega como un salvavidas para la primera película, con una dirección más prometedora, una ambientación más conseguida y una muñeca que no quieres sacar nunca de su caja.
