Alcanzar el éxito y rozar la perfección es fruto de mucho sacrificio, sudor y esfuerzo. Pero no siempre el precio a pagar por llegar a lo más alto merece la pena y mucho menos sí pones en tu vida y tu integridad en juego. Solo hay que recordar al joven de Whiplash sangrándole las manos mientras hacía un solo de batería perfecto, tan obsesionado por seguir el ritmo que se olvidaba del dolor. Aunque al lado de lo que sucede en la academia de La perfección (The perfection), J.K. Simmons era un verdadero santo.
CRÍTICA DE LA PERFECCIÓN
La perfección (The perfection) es una mezcla entre película de terror, comedia negra y thriller de venganza. Juega con la serie B pero tiene un aire más elegante y estilizado que a pesar de brindarnos momentos excéntricos que rozan la comedia, el trasfondo es tan perturbador que no hay tiempo para las risas.
Destaca su original uso del rebobinado para cambiar el punto de vista. Consigue que cada vuelta atrás nos de una visión diferente de la situación, que en vez de hacerse repetitiva cambia la sinfonía de la canción.
También Allison Williams, qu einterpreta a Charlotte, es un acierto de casting. La actriz ha demostrado desenvolverse a la perfección en este estilo de thrillers, como ya hizo en su día en Get Out. Y es que su aspecto angelical cambia en cuestión de segundos hasta convertirse en una auténtica psicópata. Por eso es imposible ver sus verdaderas intenciones hasta el final y por eso es la actriz ideal para este papel.
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La perfección (The perfection) juega en todo momento con los giros de guion y el cambio de roles. Hasta que no llegamos a su final no conocemos la verdad por completo.
Lo que a primera vista parece un centro donde prima la excelencia, es en verdad una cárcel que destroza la infancia de crías inocentes a las que les prometen una vida de fama y prestigio y acaban dándoles un trauma que les perseguirá el resto de sus vidas.

SINOPSIS EXPLICATIVA
Una nota musical es el desencadenante de esta historia. Exactamente la nota que lleva tatuada Lizzie en la espalda. Una clara señal de que es una chica especial de la academia de violonchelo más prestigiosa del mundo. Charlotte, a la que se le ha muerto su madre recientemente y que sigue traumatizada por lo que vivió en la academia, ve a Lizzie y su tatuaje en un cartel gigante en medio de la ciudad. Entonces toma una decisión, decide ir en su rescate. Ella también tiene la nota tatuada y sabe lo que significa.
Así es como Charlotte vuelve a contactar con sus antiguos profesores de la academia, quienes le dan la oportunidad de ser jurado en una competición para elegir nueva alumna. Allí conoce a Lizzie y en seguida se da cuenta de que está cegada por la fama y no ve que el sacrificio que paga por lograr el éxito es demasiado caro. Charlotte sabe que su nueva amiga no va a dejar ese mundo tan fácilmente y la única forma de sacarla de allí es que ese mundo la deje a ella.
Así que la droga y la crea alucinaciones hasta el punto de provocar que ella misma se corte la mano. Una manera salvaje de acabar con su carrera y así alejarla del lugar.
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A Lizzie, sin mano para poder tocar, se le vine el mundo encima cuando además es rechazada por Anton, el director de la academia donde ha pasado la mayor parte de su vida. Aunque eso le sirve para despertar y darse cuenta de la terrorífica espiral en la que ha estado encerrada todos estos años.
Porque en la Academia, cuando fallaban una nota, el castigo era estremecedor. Tanto el director como dos de los profesores abusaban de las niñas, a las que le hacían creer que era la penalización ideal para alcanzar la excelencia y tocar como los ángeles. Una panda de pervertidos que se aprovechaban de los sueños e ilusiones de unas jóvenes a las que destruían la infancia. Y una nota tatuada en la espalda que las convertía en las víctimas de sus más perturbadores placeres.
Charlotte y Lizzie finalmente se alían para acabar con todo eso. Matando a todos los miembros de la academia excepto al director, al que le espera un destino más cruel y despiadado. Le cortan todas las extremidades y le arrancan los ojos, dejándole solo con el sentido del oído para que cumpla su verdadera misión: oír su música.
Así es como en el plano final vemos seguramente la imagen más impactante de la película. Anton mutilado escuchando a Charlotte y Lizzie tocar, que se han mimetizado usando cada una de ellas el brazo que aún les queda y logrando así la perfección.
LA ACADEMIA DEL TERROR
Durante toda la película vemos como Anton toca el hombro de las chicas, pero nuestra concepción de ese pequeño gesto cambia considerablemente. Cuando aún no conocemos lo turbio que es el asunto vemos ese roce como un gesto amistosos y afectivo. Pero cuando conocemos la verdad, cada vez que les toca el hombro, esa muestra de poder que ejerce sobre ellas es cuanto menos espeluznante.
Es curioso cómo los abusadores convierten en cómplices a las víctimas. Les lavan el cerebro hasta el punto de verlo como una herramienta más en el aprendizaje y no como una tortura. Por eso Lizzie hasta no tocar fondo no ve hasta que punto estaba destruida por dentro.
La cárcel de Charlotte
Lo que parecía en primer lugar la cárcel de Charlotte, encerrada diez años con su madre enferma, no fue el mayor de sus problemas, pues escapaba de una pesadilla aún mayor. Aunque esos diez años tampoco fueron de ayuda. Si bien es cierto que le alejaron de la academia, no logró librarse de sus demonios.
En esos diez años no tuvo tiempo para ella y mucho menos para curarse. No es hasta que finalmente muere su madre cuando Charlotte comienza a recuperarse. Vemos como acaba de salir del psiquiátrico después de intentar incluso suicidarse. Solo una vez recuperada es capaz de ayudar de nuevo a otra víctima.
También es cierto que aunque salió de la academia nunca estuvo completamente liberada; lo vemos en las imágenes de ella de joven corriendo sin llegar a ningún lado. Y es solo en el final, tras liberar a otras niñas del mismo destino, cuando para y respira. El tormento ha acabado y puede volver a canalizar su vida. ¿O no?
Un final perfecto
La duda surge por la última escena, espeluznante y a la vez extrañamente satisfactoria. Nos sugiere que tanto Charlotte como Lizzie han convertido su venganza en su obsesión y han hecho de su talento el método de tortura. La perfección (The perfection) no eran ellas por separado sino su fusión, una combinación que demuestra que frente a la adversidad siempre hay que agarrarse a la mano que te ayuda a salir adelante.