Cada relación es única. Hay relaciones apasionadas, otras regidas por la monotonía . Amantes discretos y otros que no dudan en exponer sus sentimientos a los cuatro vientos . Pero la pareja que nos ha traído Paul Thomas Anderson va mucho más allá de cualquier vínculo peculiar. Consigue crear una relación atípica y tóxica, fuerte y vulnerable al mismo tiempo, que logra hacer de dos opuestos unos retorcidos amantes dispuestos a quererse a su manera.
EL UNIVERSO WOODCOCK
Lo primero que conocemos en la película es la casa Woodcock. Un mundo regido por la las normas, la rigidez y el orden, con unas reglas metódicamente creadas con las que los hermanos Woodcock han fundado su empresa y su vida. Reynolds es un renombrado diseñador de moda de alta costura, venerado y admirado en las altas esferas. Su hermana Leslie, se ocupa de la parte económica y administrativa del negocio. Una fría y calculadora mujer que ha sabido adaptarse a los caprichos de su hermano para así dar rienda suelta a su talento entre costuras. Y en medio de esa rutina fraternal, una variable aparece de vez en cuando en forma de mujer. Una nueva musa y amante que inspira al creador, pero de la que se acaba cansando, y cuando su trabajo se empieza a ver perjudicado, es despedida, pero ni siquiera por él, sino por la hermana, ocupada de que nada perturbe al exitoso modista.
Precisamente como una más de esas mujeres llega Alma a sus vidas. La conoce por casualidad, la convierte en su musa y amante, instalándola en su casa y vistiéndola con los más elegantes vestidos. Pero Alma no no es una mujer como las demás. Le ha entregado, como ella misma dice, todo su ser y se negará a ser una mujer pasajera más ne la vida del modista.

UN NUEVO JUEGO
La primer vez que vemos a Alma es en el mismo instante en el que la ve Reynolds. Nunca sabremos nada de su pasado ni de su procedencia, ni siquiera conoceremos su apellido (a diferencia del de ‘Woodcock‘ que está grabado incluso en cada traje que diseña). Podríamos decir que comienza a existir cuando él la conoce, y se siente elogiada por cada una de las atenciones que le presta. El problema es que Alma enseguida se da cuenta que más que una ficha del juego, es un accesorio del tablero, del que tardo o temprano prescindirán.
Reticente a dejar de existir, a desaparecer de forma fulminante de su nueva vida, se agarrará a esos momentos en los que ella es más preciada, más útil y necesitada por Reynolds. A esos instantes en los que él enferma y se encuentra decaído, melancólico y tierno. En los que se convierte en su devota cuidadora. Por lo que decide enfermarle ella misma y llevarle a ese estado de angustia y dolor en el que él más la necesita. Y así es como le ofrece el té envenenado con las setas desmenuzdas, postrándole en la cama como a un niño indefenso, hasta el punto que de que Reynolds se da cuenta que la necesita en su vida. El problema es que ese estado de necesidad es pasajero, y tarde o temprano acaba cansándose de ella. Alma se da cuenta que para jugar a este nuevo juego, ambos deben aceptar las reglas.

COMIERON SETAS Y VIVIERON FELICES
Llegamos a esa escena final, en la que ella le prepara las setas venenosas en un revuelto. No de una forma discreta y desmenuzada como en la ocasión anterior, sino en trozo grandes delante de él. Él presiente el peligro mientras ella se mantiene firme y decidida a continuar con su cometido. Ambos se sientan a la mesa, la tensión se parte con cuchillo. Él finalmente se introduce las setas en la boca, las mastica, esperando una reacción por parte de Alma. Y ella comienza a hablar, explicando las reglas de su futura relación. Le hace saber que enfermará al comerse el plato, que no morirá aunque llegará a desearlo, será vulnerable y tierno, y que ella estará ahí para cuidarlo. Él la mira, traga las setas y le sonríe. Reynolds Woodwork ha firmado las nuevas reglas y el juego finalmente ha cambiado.
El Síndrome de Münchhausen consiste en crear dolencias físicas o mentales para asumir el papel de enfermo y conseguir así cuidados por parte de los demás. Y justamente esta enfermedad será la cura del matrimonio de Reynolds y Alma. Una auténtica montaña rusa emocional donde en los momentos de máxima creación, ella se mantiene al margen aceptando sus deseos, siendo ella la fuerza que le protegerá en los momentos bajos cuando le enferme para doblegarlo. Una relación tóxica con la que logran encontrar el equilibrio y ante nuestra sorpresa, consiguen ser felices. Y solo nos queda la opción de escuchar su historia, al igual que el médico en la última escena, y dejarles vivir su vida como ellos elijan.

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