El caso Alcasser es una astilla en nuestra historia. Tres niñas de quince años, Desireé Hernández, Miriam García y Antonia Gómez, fueron brutalmente asesinadas en 1992. Un crimen atroz que destrozó la vida de tres familias y conmocionó a todo un país, rebajando el periodismo hasta convertirlo en un nido de carroñeros donde solo importaba vender titulares a cualquier precio. Y las víctimas, tres niñas secuestradas, torturadas, agredidas y asesinadas; fueron además víctimas del periodismo más malsano.
Netflix ha sacado una serie documental, ‘El caso Alcasser’, donde a través de cinco capítulos cuenta con todo lujo de detalles las claves en torno al caso, los últimos momentos de las niñas y la investigación a lo largo de los años. Pero también sabe darle a cada capítulo una visión distinta centrándose cada vez en un aspecto diferente, sin caer en el morbo ni en el sensacionalismo, exponiendo cada punto de la investigación sin declinar la balanza hacia ninguna verdad. Principalmente porque no se conoce.
NIEVES HERRERO Y PACO LOBATÓN, EL MAL PERIODISMO
Lo que más sorprende del primer capítulo no es la desaparición de las niñas y el camino que siguieron sus últimas horas de vida. Lo que más sorprende es cómo los medios de comunicación abordaron la noticia desde el sensacionalismo y la falta de escrúpulos. Lucrándose del dolor ajeno para vender programas. Es sorprendente ver el despliegue de Nieves Herrero que vio en medio de la tragedia su oportunidad de saltar a la palestra. Y sorprende ver la fealdad con la que abordaba los encuentros con unos padres que acababan de perder a sus hijas.
Estos días se ha criticado que no ha sido el mismo trato el que se ha dado a Nieves Herrero y Paco Lobatón. Pero tampoco ha sido la misma respuesta la suya. Mientras que Paco Lobatón aparece en el documental mostrando cierto arrepentimiento, Nieves Herrero ha preferido no aparecer. Lo cual es lícito, pero en unas declaraciones de hace unos años a Prensa Ibérica achaca la culpa al formato televisivo y no autoreflexiona sobre su propio papel en el asunto. Dijo incluso que «la televisión tiene esa línea roja que se cruza sin darte cuenta». Una pena que no sea capaz de ver que su implicación hizo más daño del que imagina. Porque mejor pedir perdón tarde que no hacerlo nunca.

LA EXTRAÑA INVESTIGACIÓN POLICIAL
Dos meses después de la desaparición y con el caso aún ocupando todos los telediarios, se encontraron los cuerpos de las niñas. Pero lo más extraño es que inmediatamente después ya había sospechosos e incluso un arresto. Y es que en la escena donde aparecieron las jóvenes había una serie de pruebas estratégicamente colocadas y un papel que llevaba directamente a un sospechos: Antonio Angles, un delincuente fichado por la policía que curiosamente desapareció antes de que pudieran detenerle. El que si fue detenido fue Miguel Ricart, amigo de Antonio y supuesto cómplice de los hechos.
Pero no solo el escenario del crimen era sospechoso. También parecía que había habido una destrucción de pruebas y un primer estudio forense cuestionable. Pues el segundo estudio aseguraba que los cuerpos de las niñas se habían movido en dos ocasiones tras la muerte, lo cual era un indicio de que alguien quería que las encontraran allí. En lo que parecía una estrategia para que encontraran los cuerpos, las pruebas y cerrar el caso rápidamente.
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También en el lugar donde supuestamente fueron asesinadas, una casa abandonada en el campo, no se encontró ADN de las víctimas. Y además, teniendo en cuenta lo brutales que habían sido los asesinatos, era extraño que no hubiera ni rastro de sangre en el suelo, las paredes o los colchones. Lo que llevó a una segunda linea de investigación defendida por el padre de una de ellas, que se acabó convirtiendo en su obsesión.
Esta conjetura defendía que Antonio y Miguel eran solo cabezas de turco que sirvieron para cerrar un caso que tenía gente poderosa entre los verdaderos culpables. Una organización clandestina que torturó, violó y mato a las niñas y que incluso cabe la posibilidad de que lo grabaran en vídeo. Una especie de secta con miembros de las altas esferas, que en su puesto de poder les permitió comprar y modificar pruebas a su antojo para que sus nombres nunca salieran a la luz.
De hecho, en ese mismo periodo hubo muchas desapariciones similares de personas que nunca llegaron a aparecer. Parece que fue el circo mediático el que sacó los cuerpos a la luz y provocó que el caso se tuviera que cerrar para que no se removiera más el asunto.

EL LUTO Y LA FAMA
El padre de Míriam llevó el dolor de una forma diferente a los esperado. Él hizo de la fama y el drama su luto. Y convirtió los programas de tv su plataforma de vida. Defendió siempre esta teoría de que la muerte de su hija, y la de las otras dos niñas, eran en verdad fruto de una organización de hombres poderosos.
En el documental sorprende ver la determinación con la que va de un programa de televisión a otro, incluso dando nombres que le acabarían pasando factura. Pepe Navarro y Esta Noche Cruzamos el Mississipi le dieron voz para que expusiera su teoría, aunque eso también le valió más de un problema al presentador.
UN JUICIO TELEVISADO
