Elio y Oliver, así se llaman los protagonistas de la nueva pareja de cine que nos ha enamorado con su naturalidad, optimismo y sensualidad. Gracias a ‘Call me by your name‘ hemos vuelto a recordar nuestro despertar sexual, nuestro primer amor y las experiencias que nos cambiaron y convirtieron en lo que hoy somos. Una película veraniega donde sobran las palabras, porque las caricias y las miradas lo dicen todo.
EL DESPERTAR DE ELIO
Tras la llegada de Oliver a la casa familiar, Elio empieza a experimentar varias emociones que despiertan en él parte desconocidas de sí mismo. La primera es curiosidad, observando con interés la personalidad abrumadora y arrolladora del americano; la segunda es rechazo, a lo que ha empezado a sentir y a la inevitable atracción que tiene por Oliver llegándole incluso a criticar delante de su familia. Después trata de impresionarle, con aquello que más conoce y en lo que más destaca, la música (la escena en la que se sienta al piano y empieza a jugar con la partitura es una clara muestra de que por primera vez se siente por encima del americano) . Y finalmente llega su etapa de abertura y aceptación, en la que empieza a entender quién es en realidad y qué es lo que siente. Se ha enamorado de Oliver y no hay marcha atrás.
Tras abrirse a sí mismo quedará aún un paso por dar, hacerlo con Oliver. Algo que sucede en una de las escenas mas reveladoras y sutiles al mismo tiempo, con un monumento de la primera Guerra Mundial como desencadenante. «¿Tú siempre lo sabes todo?» Le replica Oliver tras escucharle hablar del origen de la estatua. – «Yo no sé nada»– añade Elio -«al menos nada de lo esencial». Y cada uno camina por un lado del monumento volviéndose a juntar al final. Es exactamente ahí, en el reencuentro, cuando ambos se dan cuenta de lo que sucede y lo que el uno siente por el otro. Un momento clave que abre una nueva etapa para Elio, en la que las sensaciones y el placer dominarán sus deseos más íntimos y en los que Oliver será su guía en le camino.
La película habla del despertar sexual y la abertura a un mundo de sensacionales. Por lo que todos nosotros nos sentimos identificados con Elio recordando nuestra propia adolescencia, y buscando en Oliver la idealización de nuestro primer amor. Nos reconocemos en la torpeza del inexperto joven tratando de seducir patosamente a un hombre que ya sabe exactamente lo que quiere, con besos ansiosos y roces impetuosos. Un deseo que no es capaz de controlar, porque lo está descubriendo.
Y qué sentenciadora es esa escena del melocotón. En la que recrea el mundo de pasiones que ha descubierto a través de una fruta, sintiéndose avergonzado cuando su amante descubre lo que ha hecho. Y mientras que Oliver lo ve como un juego, Elio acaba derrumbándose y dándose cuenta de que esa felicidad que ha sentido y las emociones que ha experimentado se van a diluir con la marcha de su primer amor.

EL PRIMERO AMOR
Si bien el final de ‘Call me by your name’ podía haber sido el regreso de Elio con su madre en coche. Él llorando desconsolado, y la madre callada, sabiendo todo y no diciendo nada; no es sino en la última escena, en pleno invierno, cuando Guadanino decide concluir esta primera parte. Y lo hace para que observemos lo que ese primer amor ha supuesto para Elio, entrando de nuevo a la misma casa pero con una actitud completamente diferente. Incluso deja los pantalones y polos básicos del verano por un atuendo más icónico y personal, como un indicio de la abertura que ha experimentado.
Y el cambio se observa claramente tras la llamada con Oliver confesándole que se va a casar pronto (una continuación para las próximas secuales que se han anunciados), cuando Elio, mirando a la chimenea arder, comienza a llorar con una expresión que no es tanto de tristeza como de añoranza y felicidad. Volviendo a rememorar esos momentos tan especiales que vivió junto a Oliver, abrazando el recuerdo tan maravilloso como doloso del que el padre hablaba en su discurso.
Comienzan los créditos finales y no podemos dejar de mirar a Elio, sintiendo que somos nosotros los que delante del fuego de la chimenea recordamos con añoranza nuestro primer amor. Para algunos apasionante y para otros decepcionante, pero que nos enseñó una parte de nosotros mismos que hasta entonces desconocíamos.
