[su_quote]’Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’ acierta con su villano, falla en su guion y marea en su búsqueda de la verdad.[/su_quote]
Ocho películas de Harry Potter no eran suficientes. Los fans reclamaban expandir el universo y continuar la historia mucho más allá de Hogwarts. Y dicho y hecho, el spin off llegó con Animales Fantásticos, una precuela que habría nuevos horizontes para la magia y nueva posibilidades para seguir conociendo el universo de J.K. Rowling. Sin Harry Potter, Sin Hermione o Ron, pero con la magia dominando de nuevo cada rincón de la nueva saga.
Así fue como hace dos años conocimos Newt Scamander, un joven que viajaba por el mundo para estudiar los animales más extraordinarios y por qué no, fantásticos. Peor lo que en verdad ha inspirado la nueva colección de precuelas era conocer al villano del que el propio Voldemort sacaría sus planes futuros, el mago que inspiro la pureza de raza y que dividió a los magos para siempre: la historia de Gellert Grindelwald. En esta segunda parte conoceremos sus próximos pasos para completar sus planes, así como la perseverancia en que su legado lo continué uno de los últimos descendientes de sangre limpia, un poderoso mago llamado Credence del que hasta él mismo desconoce su linaje, y que veremos cómo se convierte en el blanco de todas las miradas mientras el ministerio de magia trata de frenar los planes de Grindelward. ‘Animales fantásticos 2′ es a diferencia de la primera parte, la primera película que realmente conecta con la historia que ya se tocó levemente en Harry Potter. Es por tanto, la precuela de un legado que llega hasta nuestros días.

El verdadero problema de la película, y el motivo por el que defrauda en conjunto, viene de que JK Rolling no es solo es la escritora de los libros sino también el guion. Un guion farragosos que se enreda innecesariamente tratando de buscar el origen de Credence. Nos arrastra por familias de magos, por árboles genealógicos de nombres que nos suenan lejanos, para acabar concluyendo que el camino era totalmente innecesario, y que en los últimos cinco minutos se resumen los entuertos sin justificar el camino. Parece que JK Rowling no sea la escritora idónea para el guion, y que el lenguaje cinematográfico y el literario tienen formas distintas de transmitir una misma idea al espectador. Y enamorada de sus propios giros de tuerca, inventados sobre la marcha, acaba fallando en su misión.
Lo mejor de esta segunda parte de Animales Fantásticos es sin duda conocer a Gellert Grindelwald, el villano. Con el mejor Johnny Depp visto en mucho tiempo, que parece haber afrontado el proyecto con más entrega y menos copas de lo que acostumbraba últimamente. Observamos como con el pelo decolorado, y una lentilla diferente en cada ojo, se convierte en el mago del discurso y el convencimiento. Con un mensaje tan potente como peligroso, que puede dividir al mundo mágico para siempre. También Jude Law enamora, convirtiéndose en un Dumbledore tan encantador como seductor, al que admiran y respetan a partes iguales. Como un personaje que deambula por encima de la historia, mostrando que el icono en el que acabará convirtiéndose siempre estuvo presente.

No se puede decir lo mismo de Newt, un protagonista con menos carisma que cualquiera de los secundarios que le acompañan. Lo mismo podemos decir de Tina. Ambos desplazados en su propia historia, ambos marginados en su libro y que se dedican a ser el nexo que une la trama con su búsqueda, sin ser verdaderos partícipes de los acontecimientos. Además de tener una nula química entre ellos que crea de cada acercamiento romántico una incómoda situación sin desenlace.
Los fans de Harry Potter estarán encantados de continuar la historia. Los amantes de los animales fantásticos también se deleitarán con más de una criatura que seguir añadiendo a la colección. Los que no son tan fans quedarán decepcionados y abrumados ante la avalancha de información innecesaria que no acaba de conectar en la historia. No les funcionará como película e incluso podrán cansarse de tanto enredo familiar. Pero aún quedan muchas películas para convertir la nueva saga en una merecedora predecesora de Harry Potter, y vamos a confiar en que encaminen la historia hacia algo más grande y poderoso, con toques más maduros y oscuros que dejen claro que la magia no es cosa de niños.