Con Cavernícola tanto niños como adultos pueden disfrutar por igual de un relato donde la victoria está servida en bandeja de plastilina
Hace ya casi treinta años desde que conocimos a Wallace y Groomit, un perro y su dueño que consiguieron que viéramos la plastilina de una manera completamente diferente. Su creador, Nick Park, hizo uso del stop motion para darles vida y convertir sus aventuras en divertidas muestras de talento. A partir de ahí no dejó de moldear y crear nuevas historias sin olvidarse de sus primeras miniaturas, pero dando oportunidad a nuevos diseños sorprendiéndonos con las maravillosas ‘Chicken Run‘ o ‘La oveja Shaun‘.
Pero para esta nueva película, no solo cambiará a sus personajes más conocidos, sino que nos transportará a una época completamente diferente. Y es que no remitimos a las mismísimas cavernas para contar una historia donde el fútbol se hace con el control de la trama. Aunque el deporte sea una excusa para iniciar una aventura que va mucho más allá de dar simples patadas a un balón, haciendo una sutil crítica a un sistema podrido por dentro.
La película comienza cuando los gobernantes de la Ciudad de Bronce deciden desalojar a los cavernícolas de sus tierras para robar los preciados metales que se esconden en el subsuelo. Expulsados de su hogar buscarán la forma de regresar de nuevo a sus casas. Pero para ello deberán ganar al ‘juego legendario’, un ancentral entretenimiento que es la base de la distracción y riquezas en la ciudad de bronce. Nos estamos refiriendo efectivamente al fútbol.
En este caso el equipo a apoyar son una panda de trogloditas a las que haría falta una buena sesión de maquillaje y peluquería. Unos protagonistas torpes, descuidados y con pocas luces pero lleno de buenas intenciones y dispuestos a trabajar en equipo por una buena causa. Aunque debemos reconocer que el personaje más carismático no desciende del simio, sino del cerdo, el cual el mismo Nick Parks se ha encargado de ‘doblar’ sus gruñidos. Y es que si pensábamos que el perro era el mejor amino del hombre, es porque los cerdos prehistóricos están extintos.
Pero vayamos a lo que realmente hace atractiva la película, ese mundo tan mágico y peculiar recreado en plastilina, atestado de diseños atractivos y peculiares, usando el stop motion en su beneficio. Y es que prestando atención en cada secuencia descubres pequeñas muestras de talento que pueden pasar desapercibidas en un primer visionado.
En definitiva, con Cavernícola estamos ante una divertida película animada, que sin llegar al nivel de los anteriores trabajos de Nick Park, continúa con sus acertadas manualidades y consigue dotarla de un humor sencillo pero efectivo, capaz de llegar a todo el público . Y con el que tanto niños como adultos pueden disfrutar por igual de un relato donde la victoria está servida en bandeja de plastilina,
