Análisis ‘LA VIUDA’ (Greta): Explicación del final con spoilers


La Viuda (Greta) es un thriller psicológico que nos devuelve a la época de los 90. A la época en la que películas como Misery, La mano que mece la cuna o Mujer blanca soltera busca… eran un reclamo para el público. Además cuenta con una combinación actoral cuanto menos interesante. Por una lado Isabelle Hupert de la que se puede decir que tiene el pycothriller como su marca de identidad, y por otro lado la joven actriz Chloë Moretz, que ya nos mostró en Déjame entrar su lado más perturbador interpretando a un vampiro con matices muy humanos.

Pero La Viuda (Greta), a diferencia de la otras mencionadas, no logra encandilar ni desatacar. De hecho se queda mucho más atrás que sus inspiraciones. Se convierte en una película predecible que se olvida de sorprender y no calcula bien el énfasis de cada parte. Porque Greta está mal estructurada, y frente a una primera parte que se alarga sin sacar mucho provecho de la situación, la última es tan repentina que a penas podemos disfrutarla.

PRIMER ACTO ‘LA VIUDA’ (GRETA): LA AMISTAD

La primer parte de La Viuda (Greta) os habla de la soledad y la necesidad del ser humano de conectar. Francesca (Isabelle Hupert) ve en Greta (Cloe Moretz) a alguien a quien puede ayudar pero también alguien en el que se puede apoyar. Ella ha perdido a su madre y Greta a una hija. Por lo que ambas tienen un gran vacío que llenar y muchas ganas de llenarlo.

Por eso es tan satisfactorio ver como dos personas aparentemente sin nada en común, por destinos del azar acaban encontrándose y necesitándose. Pero claro, nunca hay que fiarse de desconocidos, aunque sean señoras de mediana edad aparentemente inofensiva.

Isabelle Hupert y Chloë Moretz en ‘La viuda’ (Greta)

SEGUNDO ACTO ‘LA VIUDA’ (GRETA): LA OBSESIÓN

Francesca descubre que la amistad con Greta no es casual, al igual que el bolso colado estratégicamente en el asiento del metro. Sino que era un cebo con el que quería pescar una nueva víctima y atraerla hasta  casa. Francesca entonces no duda y decide alejarse drásticamente de ella. Sabe que algo no funciona bien y prefiere cortar por lo sano antes de complicar más la relación.

Pero Greta no se limitará a dejarla marchar, sino que comenzará a seguirla y acosarla. Al principio con llamadas y mensajes pero luego la cosa tomará tintes mayores y mucho más peligrosos.

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Lo que al principio parece un mal entendido entre ambas, acaba convirtiéndose en una situación  enfermiza que nos deja escenas como en la que  Greta se queda un día entero en la puerta del restaurante donde trabaja Francesca, aquella en la que le escupe un chicle en el pelo o incluso en la que monta una escena dentro del restaurante.

Además nos enteramos que la hija de Greta no está estudiando en París, sino que se suicidó hace años debido a que su madre le hacía la vida imposible. Y que Greta ni siquiera es francesa, sino húngara.

Con todas esas escenas vemos a una mujer enferma y bastante ridícula, tan ridícula que sus «escenitas» rozan la comedia. Pero aunque la forma de actuar sea extravagante, absurda e irrisoria, también es peligrosa.

Isabelle Hupert en ‘La viuda’ (Greta)

TERCER ACTO ‘LA VIUDA’ (GRETA): EL SECUESTRO

Greta pasa a la acción, cuando además siente que la joven la ha traicionado decide que es hora de llevar su relación al siguiente nivel. Así es como la droga y la secuestra, la encierra en su casa y empieza a tratarla como hacía con su hija. Dándole clases de piano a la fuerza (una evidente alusión a  La pianista), drogándola para que sea sumisa y encerrándola en una caja cuando se porta «mal».

El problema es que es precisamente en esta parte cuando el guion se descuelga de cualquier lógica. Durante los escasos minutos que dura este tercer acto quiere abarcar tanto que la película cojea. Porque además nos explica que lo que ha hecho con Francesca ya lo había hecho antes con otras chicas. Que esto es un ciclo donde cuando se deshace de su víctima de una tiene otra preparada en la telaraña.

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El final nos trae a una nueva víctima hasta la casa de Greta guiada por el famosos bolso. Pero esta vez no es tan inocente ni casual. Sino que se trata de la amiga de Francesca que viene a rescatarla de las manos de la viuda. Finalmente consigue liberarla y entre ambas encierran a Greta en la famosa caja de tortura.

La película culmina con Francesca colocando una pequeña figura de la Torre Eiffel para cerrar la caja. Un simbolismo que representa que Greta ha sido vencida por sus propias mentiras.

Chloë Moretz en ‘La viuda’ (Greta)

CONCLUSIÓN

La Viuda (Greta) es un ‘guilty pleasure’ que no hay que tomarse demasiado en serio si no quieres sacarle las costuras. En primer lugar porque un bolso solo en el metro no es un cebo para una chica inocente, sino más bien para un aprovechado que quiera pasar un fin de semana a costa del descuido de otro. También es bastante increíble cómo logra drogarla y llevarla hasta casa. Y sobre todo cómo logra librarse de sus prisioneras sin levantar sospecha cada vez que consigue una nueva víctima.

Pero al final es una película hecha para disfrutar de Isabelle Hupert como la mujer loca y desquiciada capaz de todo por tener compañía. Para dejarte llevar por las escenas más surrealistas y reírte de su locura. Y solo así, Greta (La Viuda) puede ser el psycothriller entretenido donde pensar demasiado es contraproducente.

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La Claqueta Metálica
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